Madre de cuatro, comparto 10 consejos para que los hijos se lleven mejor

Como madre de cuatro, te puedo decir: sí, existen hermanos que se pelean más de cinco veces al día, los siete días de la semana; la casa se convierte en una zona de guerra habitada por gritos, azotes de puertas, acusaciones -fundadas e infundadas-, e incluso uno que otro golpe. Y aunque a todos nos gustaría vivir en un ambiente amoroso y calmado, lo cierto es que las luchas son más comunes de lo que parecen y pueden solucionarse con paciencia y con entendimiento, pero ¿cómo se logra esto? En este artículo te daré consejos para mejorar las relaciones entre hermanos.

 

En mi rol de madre de cuatro hombres, pienso que lo primero necesario es eliminar esa imagen ideal de cómo deben ser las relaciones. Las familias perfectas y los hermanos totalmente pacíficos no existen. Dicho eso, la responsabilidad de sanar los vínculos entre los hijos es de nosotros, las mamás y los papás.

 

El error más común

Pienso que la hermandad es un pequeño laboratorio que le permite a los hijos ensayar para lo que viene. Los hermanos construyen una especie de sociedad íntima en la que no sólo se enseñan a convivir, sino a acompañarse, a divertirse y, por qué no, a pelear de una manera sana. Los padres cometemos el error de intentar que se lleven bien a toda costa y, en ocasiones, no permitimos que la relación fluya: esto no significa que los hermanos deban ser mejores amigos, compañeros de aventuras y confidentes íntimos. Así sucede porque les otorgamos roles fijos que tienen que ver con su edad –tú eres el mayor y proteges a tu hermano– o con su género -eres el hombre de la casa–.

 

Aceptar las diferencias y limitaciones

Para mejorar las relaciones entre hermanos hay que aceptar nuestra propia naturaleza. No podemos negar que, aunque los amamos a todos por igual, con frecuencia sentimos mayor comodidad o gusto por alguno de ellos. Esto no significa que los queramos más o menos, sino que somos más afines a un estilo de carácter o a cierto tipo de desempeño social. En ese sentido otro buen consejo que puedo dar es: acepten que está bien tener un vínculo especial con cada hijo.

 

Queremos que los hermanos aprendan a convivir, a empatizar, a pedir lo que necesitan de manera asertiva, a negociar situaciones difíciles, a generar conexiones sanas y a disfrutar de sus relaciones.

 

¿Cómo hacemos que se lleven mejor?

1. Con disciplina eficaz en la que haya reglas de comportamiento claras, concretas y adecuadas, límites bien establecidos ante conductas inadmisibles. No olvidemos que es responsabilidad de los padres detener, el comportamiento abusivo, golpes, humillaciones, maltratos, burlas, etc.

2. Enséñales a usar las palabras para que puedan expresar lo que piensan; para que sepan pedir lo que necesitan y decir lo que sienten.

3. Respeta las diferencias individuales y evita las comparaciones. Es importante valorar la actitud y habilidades que tiene cada uno.

4. Simple, muestra a cada hijo el aprecio que tienes a su corazón y a su inteligencia.

5. Evita los favoritismos; aprende a no tomar de partido, sin razón o fundamento, por alguno de ellos.

6. Favorece el trabajo en equipo, tanto en lo doméstico como en aventuras extracurriculares. Las actividades colectivas generan orden y sentido de pertenencia.

7. Fomenta espacios de diversión y entretenimiento que les permitan relajarse y disfrutarse. El juego ofrece un momento de conexión emocional súper importante para la formación.

8. No hay que evadir ni negar los conflictos, por el contrario, enséñales a buscar soluciones justas para que traten sus diferencias sanamente.

9. Respeta sus espacios individuales. Darles la oportunidad de que cada uno tenga hobbies, actividades o intereses personales, sin insistir en tener que compartir todo.

10. La buena relación empieza, por mucho, con el ejemplo. Los hijos pueden aprender a través de ver cómo nos relacionamos con nuestros propios hermanos, con sus abuelos, con la pareja, o expareja, etc.

 

Como vemos existe una serie de factores que afectan, directa o indirectamente, el desarrollo de los vínculos fraternales y, en general, a las familias. Hay confusión, temor, duda, incertidumbre. Han surgido tantas teorías, tantos caminos por tomar que ya no sabemos hacia dónde ir. Sin embargo, tenemos una única certeza (o al menos podemos creer que así es): queremos acompañar el desarrollo de seres humanos autónomos, responsables y dignos, porque queremos mejores sociedades; ¿cómo se puede lograr? Al mejorar las relaciones entre hermanos.

 

 

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