Te comparto 10 ingredientes para cocinar un amor tóxico.
Escrito por: Tere Díaz
Tiempo de lectura: 3 minutos
Las relaciones de pareja son complejas: las discusiones, los malos entendidos y ciertas dificultades son elementos de cualquier relación. Esta complejidad nos reta y nos invita a madurar, pues saca una parte de nosotros que se esfuerza, se compromete y busca algo mejor. No obstante, cuando los conflictos y la incomprensión son sostenidos, el goce y la conexión se merman, no se experimentan, generando roces permanentes y sentimientos ambivalentes que conducen al desgaste.
Son muchas las conductas y experiencias que están en la base de los intercambios “amorosos” tortuosos:
- Altas expectativas de que el otro satisfaga las propias carencias.
- Intención frenética de que la pareja te entienda, de que sea ella (y no tu) quien cambie.
- Incapacidad de tolerar la frustración que se genera ante la imposibilidad de lograrlo.
- Intensidad emocional que lleva a experimentar todo lo que ocurre como algo “de vida o muerte”, al mismo tiempo que provee la sensación de estar vivos y unidos.
- Alto nivel pasional y con frecuencia una sexualidad compulsiva, sin importar su calidad.
- Dificultad para sostener por tiempo suficiente las negociaciones acordadas.
- Discusiones cada vez más frecuente e intensas, así como dificultad para detenerlas.
- Deseo de fusión que se frustrado y ansiedad ante la distancia del amado.
- Posesión ante la imposibilidad de dejar al otro.
- Miedo de perder a la pareja.
Estas particularidades que se dejan sentir de manera tenue en cualquier relación amorosa, sostenidas en el tiempo generan un desgaste irreversible. Como un goteo de agua permanente sobre un metal, no corroe en corto tiempo, pero cuando la oxidación llega, no hay marcha atrás…
Te invito a echar una mirada al espejo, para detectar cualquier acción que esté llevando tu relación a los caminos de la toxicidad y, de ser posible, cambiarla o buscar ayuda para eliminarla. Ojo y, ¡rompe estos patrones!