¿Síndrome del impostor como madre o padre?

Escrito por: Tere Díaz

 

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Si bien los seres humanos siempre hemos requerido, a diferencia de otras especies de animales, de cuidados especiales y afectos para desarrollarnos y crecer, en la actualidad las exigencias impuestas por la sociedad para cumplir los 200 mandamientos de la crianza “perfecta” y de los “retoños” exitosos, se han convertido en algo imposible –e innecesario– de cumplir, aumentando el síndrome del impostor en la maternidad y paternidad.

 

Los avances en cuanto a conocimiento del desarrollo infantil y derechos humanos de niños y niñas resguardan a los menores de abusos y negligencias que entorpecen su óptimo crecimiento, pero de ahí a esperar que cada uno de nuestros hijos e hijas tengan una vida perfecta y sin sufrimiento, hay una brecha infranqueable.

 

No somos perfectos, ni nuestros hijos lo serán y no podremos quitar de sus vidas algún sufrimiento innevitable, ni podemos medir nuestro éxito como padres o madres relacionado a sus elecciones de vidas. Es por eso que darnos cuenta de la presión que genera la idea de que el bienestar y felicidad de nuestros hijos depende de nosotros, puede ser frustrante, desmoralizante, y paralizante.

 

Señalamientos con direcciones opuestas

¿Has experimentado como padre o madre el Síndrome del Impostor?

 

¿Has sentido esa duda respecto a tus propias capacidades como educador de tus hijos? Aquella que te lleva a sentirte siempre en falta. Vivir en un cuestionamiento constante sobre lo correcto e incorrecto de la forma de crianza y con una ansiedad galopante sobre hacer fracasar a tus hijos, desata el famoso Síndrome del Impostor.

 

Es claro que, además de los señalamientos de nuestros propios padres, las comparaciones con nuestros amigos que también están criando hijos y, a veces las dificultades con nuestra propia pareja, nos llevan a subir los estándares en materia de crianza, pero también el impacto de las redes sociales que solo muestran los logros de padres y madres en sus faenas y no los fracasos del día a día, detonan nuestra persecución personal sobre cómo educar a los hijos y prepararlos mejor para la vida.

 

Familia de 5, en vectores

Aprende a perdonarte

 

Sí, cometemos y cometeremos errores al educar a nuestros pequeños, pero ¿no es de humanos responsables detectarlos y repararlos? ¿y confiar también en el potencial de crecimiento que nuestros hijos? Y esta postura no significa “lavarnos las manos” respecto a su cuidado o incluso desatendernos de nuestra responsabilidad de cuidar y educar. Pero en cuestión de crianza hay que establecer estándares propios de acuerdo con nuestra particular escala de valores, y con el conocimiento preciso de quién es y qué necesita cada uno de nuestros hijos.

 

No hay reglas para la crianza: cada hijo es único y responde a diferentes estímulos, por lo tanto necesita diferentes métodos para educar y para aprender. Visto así, el Síndrome del Impostor lejos de facilitar nuesta mejor atención y aprecio a nuestros hijos, y de generar el darnos cuenta de nuestros errores y repararlos,  hace que nos convirtamos en nuestros propios verdugos y enemigos.

 

Eliminemos la idea de vivir conforme a los estándares ajenos, o bien, reaccionando a lo que tememos que vivan nuestros hijos por  nuestros traumas. Es necesario inventar tu propia forma de criar adaptada a cada hijo en su unicidad. También trabajar tu propia infancia si es que esta dejó en ti huellas que te impide ver a tu hijo como quien es, sin mezclarlo con quién fuiste tú. Y es importante perdonarte ante los errores cometidos, y reparar con hechos y no rumiando los sentimientos de culpa, de insuficiencia y de humillación.

 

¿Te interesó el tema? Te recomiendo El eterno dilema de los padres entre el amor y la disciplina

(Visited 208 times, 1 visits today)