Estas son algunas ideas que alimentan la amargura.
Escrito por: Tere Díaz
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Si bien, como he dicho, hay eventos lastimosos que dejan huella en nuestro ser y producen sentimientos dolorosos, también existen pensamientos irracionales y distorsiones cognitivas que dan lugar a emociones y sentimientos negativos muy intensos que pueden o no tener alguna relación con sucesos acaecidos.
En general, el resentimiento nos hace sentir especialmente nerviosos o extremadamente sensibles frente a ciertas personas y situaciones. La actitud hostil y, en ocasiones, “quejumbrosa” -proveniente más de una mentalidad de víctima y amargura que de la proactividad- hace que sea tedioso e incómodo convivir con alguien que se percibe constantemente en desventaja o tratado injustamente por la vida.
Ejemplos de este tipo de distorsiones cognitivas son:
- Fatalismo: “Haga lo que haga siempre seré insuficiente”
- Desesperanza: “No lograré nada de lo que intente”
- Autoderrotismo: “Estoy destinado a ser un fracaso permanente”
- Pensamiento absolutista: “No hay manera de que pueda perdonar ese abuso”
- Exigencias infantiles: “Mi vida, al menos, debería ser justa”
- Prejuicios: “La gente es mala: la mejor defensa es la distancia o el ataque”.
- Pensamiento irreversible: “No tiene sentido resolver asuntos pendientes con personas de mi pasado que me trataron mal”
- Efecto Pigmalión: “Es mejor poner buena cara y aguantar, no se logra nada con la apertura y la honestidad”
El resentimiento se materializa cuando no se logra reconocer, verbalizar, denunciar y de alguna manera obtener una compensación por la afrenta sufrida. En ocasiones, la persona perjudicada ni siquiera logra comprender plenamente la magnitud de lo sucedido, por lo que no puede identificar el malestar tardío que está experimentando. Estas experiencias dejan marcas más o menos dolorosas, que, si no se procesan adecuadamente con el paso del tiempo, dan lugar a un resentimiento prolongado.
Es innegable que existen actos agresivos, negligencias e injusticias sumamente dolorosas e incluso actos humillantes que implican claros abusos y ponen en peligro la integridad física y emocional de la persona afectada, como el maltrato físico, el acoso escolar, las violaciones, los despojos y las experiencias de guerra, entre otros. Sin embargo, el impacto de estos eventos varía según la naturaleza de la acción, su duración prolongada, el apoyo del entorno y la personalidad de quien los experimenta.
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