Somos mujeres no muñecas. Barbie y los ideales de belleza 

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 6 minutos

Yo nunca jugué con muñecas, y menos me llamó la atención Barbie. Lo que si llamaba mi atención eran las niñas de mi edad que coleccionaban muñecas y atiborraban atuendos para ellas. Sin duda con la llegada de Barbie en la década de los cincuenta se abrió un mundo para entender a las mujeres contemporáneas de esa época. Con la muñeca también llegaron estereotipos de belleza inalcanzables lo que la ha puesto en el centro del debate y la controversia a lo largo de su historia. 

Barbie, ¿la película?

Cuando vi que se anunciaba la película de Barbie, me dije: “A la Barbie, ni en muñeca cuando era niña, ni en pintura cuando era adolescente, y menos en película ahora que soy adulta” Pero con el lema de este estreno que dice que la película es para quien la ama y para quien no la soporta, ahí me tienen sentadita en el cine con palomitas y mucha curiosidad.

Lo bueno de la peli 

La película de Barbie ofrece una perspectiva diferente de lo que significa ser atractiva, interesante y valiosa. Siempre he pensado que necesitamos reflexionar en el mito de la belleza femenina, que incluye elementos limitantes para las mujeres e históricamente convenientes para el sexo masculino. El cuerpo de la mujer es el “cuerpo deseable” y por tanto idealmente perfecto, y el del hombre es el “cuerpo anhelante” y esencialmente activo.   

La “esencia” de la feminidad ha supuesto la negación de nuestros deseos.  Se nos valora y recompensa por lo que damos a los demás, no por lo que deseamos. Sin importar nuestras acciones o proposiciones, nuestros sueños, intereses y anhelos, nuestros proyectos… Nuestro máximo valor consiste en ser objeto de deseo.   

El mito de la belleza femenina 

Desde niñas recibimos – explícita o encubiertamente – el mensaje de que debemos gustar a los hombres y que nuestra apariencia es un elemento clave en nuestras vidas, porque de ella dependen las “oportunidades sociales” de que dispondremos. “¿Calladita me veo más bonita?” quiere decir, para el mito de la belleza femenina, que nuestra apariencia resulta socialmente más interesante que nuestro pensamiento.  

Además, nos es extraño que necesitemos la aprobación de los demás para sentir que “damos el ancho”, carezcamos de confianza propia, dudemos de nuestras capacidades y conocimientos, y necesitemos el halago. Esto nos hace muy vulnerables porque dependemos del juicio externo para sentirnos valiosas. Nos alejamos de nuestras propias necesidades, intereses o deseos.  Preferimos ser deseadas a ser valoradas.  Además, condicionadas a hacer del amor y la pareja el casi único proyecto de vida. Bajo estas premisas “quedarnos solas” se convierte en una tragedia universal, como si la soltería no fuera un periodo que todas las personas del siglo XXI, tarde o temprano, tuviéramos que transitar. 

A todos nos gusta “gustar” es agradable y genera bienestar. El problema es centrar el deseo solo en la mirada del otro, casi siempre de un hombre, dándole con ello el poder de decir si somos atractivas, si tenemos capacidad de seducción, y si somos interesantes y valiosas. El deseo de gustar de hecho nunca desaparece, ¡y está bien!, pero necesitamos integrar mensajes más incluyentes de lo que es ser interesantes y atractivas.

Mientras no cuestionemos la definición de belleza que se centra en la delgadez y la juventud, ¡estamos fritas!

El elenco de la película también ha expresado durante la promoción de la película lo siguiente: “Creo que, a través de los más de 60 años de legado, Barbie ha representado un solo estándar de belleza, de feminidad, de éxito y a lo que invita esta película es a ser exactamente quien eres y celebrarlo”, mencionó America Ferrera. 

Por mi parte, puedo agregar que nuestro cuerpo es una ventana a la mente y el corazón, una herramienta para expresarnos y conectarnos con la experiencia de la vida. Construyamos un mundo donde la belleza sea diversa, y donde se celebren todas las formas, tallas y edades. 

Reclamemos nuestra propia definición de belleza y vivamos con confianza, orgullo y amor propio.

¡Es hora de construir una belleza con mirada propia!

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