¿Estamos hechos para vivir en pareja?

Hay muchas maneras de generar una relación de pareja, pero ¿estamos hechos para vivir juntos?

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 5 minutos

“Aunque el casamiento es ratonera, nadie quiere quedarse afuera”

 Antropología de la relación de pareja

Nos hemos construido como la especie que somos a lo largo de millones de años gracias a la evolución de nuestra sexualidad.

Si nos situamos en el África Ecuatorial hace una buena cantidad de miles de años, y sin saber a ciencia cierta por qué razones, un tipo de primates “decidieron” bajar al suelo. Y estando abajo, ¿qué es lo primero que vieron? ¡Nada! Vieron que su postura cuadrúpeda con la crecida altura de la hierba les impedía la visibilidad.

Es al bajar de los árboles que inició la transformación de su estructura ósea con la finalidad de poder andar erguidos.

La postura bípeda fue un avance muy práctico pues liberó sus manos, facilitó la recolección, y permitió explorar los espacios con más seguridad, entre otras cosas.

Pero las ventajas de convertirse en bípedos tuvo sus desventajas mecánicas. Particularmente con la postura erguida las vísceras hacen peso sobre la pelvis, la cual obliga a que sus huesos se cierren para evitar la caída gravitatoria de las mismas. Al estrecharse la pelvis, el canal del parto se hace necesariamente más angosto lo cual repercute en la salida de los nuevos críos gestados.

Simultáneamente, aumenta la masa cerebral y en consecuencial aumenta el tamaño del cráneo.

Ambas cosas hacen que los seres humanos tengan que nacer antes de lo que sería lógico para un mayor estado de madurez fisiológica y cerebral, de otro modo no cabrían por el canal de parto, naciendo así muy inmaduros en comparación con otras especies, necesitando muchos más cuidados durante un periodo prolongado de tiempo.

La larga época de crianza que deriva de esto tiene varias consecuencias: se hace más prolongado el intercambio entre el infante y los progenitores quienes le van a trasmitir más información por la cercanía que mantienen que por los genes que le heredan; la herencia cultural adquiere por tanto un importante papel sobre la herencia biológica.

Por otro lado, la hembra va a requerir de cierta protección y seguridad mientras se lleva a cabo la compleja y prolongada crianza.

El estar erguidos también lleva a los seres humanos a tener sexo cara a cara, se comienza a sentir gusto por unos más que por otros, el periodo de celo desaparece en la hembra humana, lo cual hace que los intercambios sexuales sean frecuentes y no con el solo fin de la reproducción.

Pareciera que ese incipiente emparejamiento cumple la doble función de disfrute y de cuidado al crío. La dimensión básica de la sexualidad es así la plataforma para la generación de vínculos: la presencia del otro, el contacto físico, la cercanía, lo social, los conflictos, las envidias, y el amor como fenómeno, empiezan a aparecer como propio de lo humano.

¿Pero hoy? ¿Seguimos hechos para vivir en pareja?

Sí y no…

Somos no solo seres biológicos, también somos seres culturales y todos los cambios vividos nos hacen desear en mayor y menor grado una vida compartida.

Somos seres relacionales… Sí, ¿pero necesariamente seres que necesitan una pareja para subsistir? No…

Marie France Yrigoyen en su libro Las Nuevas Soledades nos dice que hoy, los seres humanos hemos de aprender a vivir temporadas acompañadas y temporadas en soledad.

¿Por qué?

Porque las condiciones sociales han cambiado: antes era imposible sobrevivir, producir y reproducirse si no era en pareja y familia. Hoy en un mundo individualizado, con avances científicos y tecnológicos, la vida unipersonal es posible.

Ya no se necesita matrimonio como transición a la adultez, paquete en el que se obtenía sexo, libertad, hijos. Se puede tener sexo sin hijos, pareja sin matrimonio, matrimonio sin hijos, hijos sin sexo, etc. Aun así se privilegia la vida en pareja, por eso cabe la pregunta, ¿por qué quiero tener pareja?

La gente que busca frenéticamente una pereja ¡No la encuentra! La espanta…

Razones para NO tener pareja:

Si bien la vida de a dos ha de sumar a las posibilidades de vida y de satisfacción, hay indicios que no llevarán esta elección a buen puerto.

  • Para que no me sienta “raro” o “rara”
  • Para dar gusto a alguien: mis papás, hermanos.
  • Para poder accesar a ciertos espacios (generalmente muy conservadores)
  • Para tener hijos. O para que mis hijos tengan un padre o una pareja.
  • Para que me mantengan.
  • Para tener una vida sexual satisfactoria. Y para no contraer enfermedades sexuales.
  • Para sentirme completo.

Hoy la vida en pareja genera sentimientos ambivalentes: queremos sentirnos acompañados, pero no perder libertad, queremos estar con alguien pero dudamos que ese alguien sea la mejor elección…

Nuevos acuerdos amorosos

Saber que hoy se pueden vivir diversos acuerdos que nos acompañen en la vida, amorosos o amistosos, sexuales o no, incluyendo con periodos de soledad y aprendiendo a vivir en ella, es la posibilidad de construir amores suficientemente buenos. Además, desmitificar la vida en pareja como única opción de vida válida, es una realidad que se va imponiendo.

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