Cinco pasos para crear un proyecto de vida

Un proyecto de vida es una tarea una tarea necesaria a la que todos nos vamos a enfrentar de una forma u otra. Es lo que necesitamos para al fin caminar hacía donde queremos, y convertimos en la persona que siempre hemos querido ser.

Un proyecto de vida marca un camino, y si lo planeamos de la manera correcta nos permitirá crecer, navegar tormentas, crear y construir. Nos dará la oportunidad de aprender del amor sin aferrarnos a él. Nos dará, pues, una brújula para tomar las decisiones que nos llevarán a las metas a lograr.

Un proyecto de vida, también, nos hará reconocer y poner en juego nuestras fortalezas y aceptar con responsabilidad nuestras debilidades, además, su construcción, podría logrará un impacto social, que nos trascienda.

 Yo soy mi proyecto de vida

Afinar el libreto de nuestras vidas no significa cambiar de personalidad ni ir en contra del propio estilo, es más bien la posibilidad de poner el foco en proyectos personales que están ligados a deseos y anhelos propios.

Esto implica moverse de ciertos escenarios preestablecidos. Para lograrlo se requiere primero un concienzudo trabajo interno, que nos de la oportunidad de reacomodar el “programa subjetivo” que tenemos instalado; y segundo tener una dosis importante de creatividad para integrar a nuestro ser, lo que aún no existe y debe de existir.

En este sentido, antes de edificar un proyecto de vida tenemos que recordar que los individuos son los únicos seres que tienen la capacidad de relacionarse y dialogar consigo mismos. Este rasgo sucede gracias a una cualidad única, la conciencia. En otras palabras, los humanos nos damos cuenta de que nos damos cuenta o sabemos que sabemos; esto significa que en nuestra naturaleza está la posibilidad de cambiar.

El mundo de las elecciones

 Una vez que nos sabemos autoconscientes, podemos entrar en el mundo de las elecciones. La vida despliega diversas opciones y nos presenta a cada momento el deseo, la necesidad y la urgencia de elegir –incluso la decisión de no optar es una elección–.

Esta posibilidad de elegir es la que nos permite, dentro de ciertas limitaciones del contexto, ejercer nuestra libertad. Es gracias a ella que podemos auto determinarnos y por tanto responsabilizarnos de nuestras acciones. Ahora, ser libre es un desafío; una tarea irrevocable que nos permite cambiar, pero que también nos da la opción de replegarnos y asumir consecuencias. Podemos no tomar decisión alguna, pero entonces tenemos que afrontar el efecto de que otros decidan por nosotros.

¿Cómo hacer un plan de vida?

Si algo he aprendido en mis años de trayectoria, es que siempre lo más difícil de un proceso es empezarlo y mantenerlo. Dicho eso construir un nuevo guión para nuestra vida no es sencillo; sin embargo, he pensado en cinco pasos que debemos considerar para iniciar:

Paso 1

Conocer nuestros sueños y valores.

Identifiquemos aquello que nos mueve internamente para actuar; valores que consideramos principios rectores de nuestro ser. Sin una claridad de lo que honramos profundamente, y deseamos, es difícil tener una directriz de acción.

Paso 2

Definir metas a largo plazo.

Este paso consiste en identificar lo que queremos lograr en distintas áreas de nuestra vida: personal, amorosa, familiar, económica, social, laboral, recreativa,  entre otras. No todas estas partes tienen la misma importancia, pero de una u otra forma todas requieren de alguna atención para lograr un desarrollo armónico y un equilibrio personal ya que todas se correlacionan.

Alinear nuestras metas con nuestros anehlos fundamentes generará mayor motivación para actuar.

Paso 3

Conocer nuestra realidad actual, interna y externa.

Para alcanzar nuestras metas tenemos que conocer nuestro punto de partida. Identificar el territorio que atravesaremos y las herramientas con las que contamos para el recorrido, aumentará nuestra posibilidad de logro. Por tanto, insistimos en la necesidad de alinear nuestras aspiraciones a las circunstancias y posibilidades reales como requisito fundamental en la contrucción de un proyecto de vida. Todas las personas tenemos un conjunto de fortalezas y debilidades que entrarán en juego en nuestro actuar; reconocerlas nos hará conscientes de los puntos fuertes con los que contamos, para afrontar nuestro “tendón de aquiles”.

Una vez conscientes de nuestra realidad interna y externa, estaremos listos para la acción.

Paso 4

Definir planes de acción

Es importante desglosar nuestras metas a largo plazo en acciones que se realicen a mediano y corto plazo. Los objetivos a mediano y corto plazo son una especie de andamiaje que nos permitirá acercarnos a nuestras metas vitales. Dichos propósito intermedios implican planes de acción concretos que nos clarificarán la ruta, los tiempos y los recursos necesarios para emprender el trayecto. No tenemos control de todo, pero sí requerimos de una ruta para iniciar el viaje – aún cuando ésta será revisada y replanteada a lo largo del camino -.

Paso 5

Tomar acción y aprender de la experiencia.

A caminar se aprende caminando, así que ninguna planeación es suficiente si no accionamos. El llevar a la práctica lo planeado con la mirada puesta en metas claras, es el paso último para desplegar el proyecto de vida personal. Pero, por más que hayamos preparado el viaje, habrá cosas que redefiniremos durante el trayecto y que replantearemos desde la experiencia. Seguramente habrá cambios, errores y ambivalencia, todo es parte del aprendizaje y del crecimiento mismo.

¡Buen trayecto!

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