¿Yo quiero tener un millón de amigos?

¡Ah como recuerdo la cancióncita de Roberto Carlos! “Yo solo quiero cantar mi canto, pero no quiero cantar solito… yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar”.

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 5 minutos

Pues CERO de acuerdo con él: yo ni quiero ni puedo tener un millón de amigos, y solo de pensarlo quiero salir corriendo. ¿Que si tengo amistades? Sí ¿Que si las quiero y procuro? También.

Pero me parece imposible ser íntimo con una multitud.

Una cosa es llamar “amiga” a una compañera o conocida apreciada, y otra es aportarle tiempo, escucha, reciprocidad, y ese peculiar cariño que sale del alma.

Eso sí – como decía mi mamá – se puede ser “argüendera y mitotera” y andar del tingo al tango, y recargar batería en la pachanga, pero la amistad –para mi– se limita a unas cuantitas personas, y se cultiva más en la intimidad que en los tumultos.

Yo soy de ese 30% que se suma a la tesis (y al carácter) de Susan Cain.

En su libro “El Poder de los Introvertidos” Cain afirma que lo peculiar de “esas” personas (como yo), no es que sean tímidas, o ariscas, sino que responden diferente a los estímulos, incluso a los estímulos sociales.

Explicado con “peras y manzanas”: nos sentimos más vivos y capaces en solitud, y recargamos nuestra energía en el silencio y en los encuentros calmos y entrañables. Así es que para mi, contar con unos cuantos amigos me es suficiente, y sin duda gozoso y necesario.

Y luego ni qué decir de la frase “amigos por siempre”,  ¡y del azote cuando alguno de los amigos cambia y deja de ser lo que fue!

Pero es que hay que entender que “en este mundo que va a la velocidad del rayo” las relaciones de amistad surgen en situaciones concretas, y cuando esas situaciones cambian las amistades se diluyen también. ¡Vamos entonces poniéndo la amistad en un estatus menos romántico y etéreo para poder disfrutarlas mientras tocan, y en su momento dejarlas ir!

Porque sin duda, una que otra se prolonga por toda la vida pero algunas otras duran solo un ratillo de nuestro caminar.

Yo por si las dudas le pido a mi “extrovertida” comadre Licha -con quien conservo muchísimos años de íntima amistad- que en caso de que me sobreviva y vea poca concurrencia en mi funeral, haga montón con “su millón de amigos” , porque con todo y que lo mío es la soledad, los entierros sin gente sí son de la puritita chin…

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