Vivir con la memoria ahogada… ¿Guardas resentimiento?

Vivir con la memoria ahogada, ¿Guardas resentimiento?. Checa este artículo para conocer sobre este tema.

Escrito por Tere Díaz

Tiempo de lectura: 5 minutos

Seguramente has escuchado estas frases.

“¡Claro, él nació en una familia privilegiada! ¿Así cómo no ser exitoso?” 

“Mmm, la vida se la va a cobrar caro. No sabe –al cortarme- lo que está dejando ir…” 

“Bueno, si yo tuviera ese cuerpo y ese carita también tendría a varios rogándome a la vez”  

“¿Quién se va a interesar en mi trabajo, si ni mis padres me consideran un buen estudiante?”  

“¡A más les ayudo, más me agarran de su puerquito”. 

Estas frases y otras más (seguro tienes por ahí alguna en la punta de la lengua), reflejan el resentimiento que muchos cargamos a lo largo del tiempo, -¿quizás a lo largo de la vida? – con o sin razones justificadas .

Y es que eso de sentir que no nos dieron lo necesario, que nos faltó ser mirados, que dejaron de tomarnos en cuenta, que nunca apreciaron nuestras cualidades, que nos “tomaron el pelo”, y de más, deja huellas profundas en nuestra psique y en nuestra forma de pensar y de actuar.  

            Resentirse…  sentir una y otra vez, pero no cosas lindas que dan vida y energía, sino enojo por alguna situación lastimosa vivida en el pasado.  La palabra resentimiento deriva de tres vocablos latinos: “re” que significa repetición, “sentire” que es sinónimo de sentir, y “miento” que se traduce como medio.

El resentimiento por tanto es vehículo para experimentar una emoción negativa – como pueden ser la ira o el odio – de forma recurrente.   

            Todos experimentamos emociones, éstas forman parte natural de lo que somos y de quienes somos.

Las emociones son un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que produce nuestro cerebro -ya sea por la interacción real con el exterior o bien por un recuerdo que existe en nuestra mente- que en ambos casos desencadena respuestas automáticas en nuestro ser.

Quizás es importante precisar que mientras las emociones pertenecen a una reacción corporal ante estímulos externos, los sentimientos  corresponden a la interpretación que le damos a las experiencias vividas.

Si una persona te ataca en la calle generas una reacción inmediata de sorpresa y pánico, pero si recuerdas que en tu infancia ningún niño de tu clase quería ser tu amigo –porque eras “nerd” y mal deportista- lo que te sobreviene es un sentimiento de rechazo, de tristeza y quizás de resentimiento. 

            Dentro del mundo afectivo, el resentimiento es un sufrimiento psíquico que incluye un conjunto de emociones y/o sentimientos de hostilidad que no fueron expresados en su momento: ya sea por miedo, vergüenza, impotencia se les sofocó e incluso se les reprimió quedando “enterrados” en nuestra experiencia .

En la gestación del resentimiento el pasado es pieza clave en tanto que se construye con hechos que ya sucedieron y cuyo efecto doloroso en nosotros no puede disiparse.

El dolor moral que el resentimiento genera surge ante la experiencia de haber sido dañado -a veces realmente, a veces como interpretación errónea de algún suceso-; el no procesamiento de la herida hace que el sufrimiento se experimente en el presente una y otra vez. 

            La sensación de hostilidad es clave en el resentimiento, ésta abarca un abanico de reacciones emocionales: ira, rabia, irritación, rencor, odio y otras emociones parecidas.  Si bien resentirse en un “coktail de tales emociones también se diferencia de cada una de ellas.

Por ejemplo, la ira, tiende a expresarse con comportamientos agresivos, en tanto que en el resentimiento la lesión emocional no se manifiesta de manera tan abierta.

El rencor por su parte, a diferencia del resentimiento que generalmente solo se internaliza generando depresión en quien lo experimenta, tiende a externalizarse a través de venganzas.

El odio, que también implica sentir irritación y animadversión por la simple existencia de quien nos ha ofendido, a veces con poner distancia del victimario se disipa el malestar.

El resentimiento en cambio, si bien incluye todos los sentimientos mencionados, rumia una y otra vez “las heridas”, recrea los hechos, vive en la intranquilidad permanente en tanto que la agitación emocional que provoca da cuenta de la incapacidad de “dejar ir” el agravio, de olvidar, y menos aún de perdonar. 

            El resentimiento clausura una gran parte de la vitalidad y alegría de vivir convirtiéndola en amargura, creando muros de protección que  incapacitan a quien lo vive para experimentar y expresar amor. 

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