Capital erótico

¿Cómo incrementar el bienestar y la calidad de vida a través del cuidado y uso del cuerpo?

Quizá pueda sonar controversial, pero la capitalización de sentimientos y características físicas relacionadas con el erotismo no es algo ni descabellado, ni nuevo, ni tan perverso como podría parecer. Hacer un despliegue de esos recursos en una sociedad donde el intercambio de productos y servicios es básico para la supervivencia de nuestra especie podría ser un elemento más en la lucha por una equidad de género que lleve a un mayor y mejor bienestar a las mujeres.

Catherine Hakim –socióloga británica e investigadora en el tema de discriminación femenina-  dice que el capital erótico (concepto acuñado por ella) es una más de las herramientas con las que las personas contamos para hacer frente a los desafíos de la vida pero, además, es un “algo” que puede ser manejado de manera similar a otros bienes y servicios. Eso sin mencionar el goce que genera la conquista y parte lúdica que nos aporta nuestra dimensión erótica.

           ¿Qué elementos integran el capital erótico?

  • La belleza: Factor genético y cultural (las concepciones de belleza e incluso de “perfección”, varían conforme cada cultura y época).
  • El atractivo sexual: Algunas personas que, si bien nos parecen bellos o agradables, no despiertan en nosotros el deseo sexual. Puede variar de persona a persona: no a todos nos “encienden” las mismas cosas. Gestos, manera de andar, tono de voz, etc. Son aquellas características que una persona, bonita o no, puede poseer y manejar tan bien que nos parezca atractiva.
  • El encanto: O la capacidad para caer bien a los demás. Carisma que genera el deseo o lo inhibe de estar en compañía del alguien. Su sentido del humor, su inteligencia, su sencillez o, a veces, un “no sé qué” –quizá genético también- que nos hace pensar “esta persona tiene ángel”. La gracia es una segunda impresión inmediatamente seguida a la primera vista.
  • La vitalidad: Mezcla de buena condición física, energía social y buen humor, cierta “luz”. La vitalidad integra también la agencia personal, el ir “más allá”, tener intereses variados, y otorgar una compañía placentera por el simple hecho de verles siempre buscando trascender sus horizontes. Requiere cierta condición física pero no una “musculatura” perfecta.
  • La presentación social: Es decir, el arreglo y la higiene personal, así como aquellos artículos que denoten estatus social y estilo. No nos referimos a una apología al clasismo: se puede ser elegante y tener estilo sin necesidad de tener grandes fortunas. El buen gusto va más allá de la billetera. En cuanto a la higiene personal –un buen aroma, un cabello arreglado, ropas limpias-, la corrección al expresarse y los buenos modales pueden abrirnos puertas.
  • La sexualidad: Entendida como la capacidad, energía y rendimiento sexuales, es decir, aquello que permite tener encuentros sexuales satisfactorios. Es “la cereza del pastel”: la sexualidad ha sido uno de los grandes dirigentes de las actividades humanas siempre. Este rubro incluye la capacidad, habilidad y conocimiento sexual con los que contamos y que podemos poner en práctica llegado el momento.

El cuerpo integralmente es una herramienta de expresión de quiénes somos, un recurso  para la mejora de nuestras relaciones sociales, un medio para lograr  nuestros objetivos. El cuerpo integra el gozo de nuestro erotismo y nuestra corporalidad. El capital erótico incluye el deseo de compartir estas características para el disfrute de los demás, y finalmente como forma de celebración de cómo nos hemos construido a nosotras mismas.

Hay algo muy atractivo en quien se quiere a sí mismo, en quien se trata bien y se cuida. Mucho del atractivo sexual radica en eso, en la forma en que nos disfrutamos a nosotras mismas, nos mostramos al mundo y nos compartimos.

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