10 CONSEJOS PARA SOLTAR LEALTADES FAMILIARES TÓXICAS

Hablemos de las lealtades familiares tóxicas.

“Todas las familias felices se parecen, 

pero cada familia infeliz lo es a su manera“

León Tolstói

Si bien la familia es la célula de la sociedad, “no todas las células crecen favorablemente y fortalecen al cuerpo humano”.

Lo sabemos con el loco y tóxico desarrollo del cáncer…

No existe familia perfecta, pero si hay actitudes y acciones que permiten extraer lo mejor de la tuya y soltar lo que te lastima, contamina y empobrece…

Y es que toda familia tiene historias ancestrales, traumillas y traumotas particulares,  patrones de conducta repetitivos, creencias liberadoras o también aterradoras y dinámicas de interacción funcionales o estranguladoras.

Pero si la función de la familia es dar espacio a cada uno de sus miembros para desarrollarse,

florecer, crecer, en un espacio respeto y libertad, algunos familiares se dedican, y a veces con las mejores intenciones, a bloquear este crecimiento. 

Te comparto aquí 10 consejos prácticos para que tu vida en familia se desarrolle con mayor ligereza y disfrute.

Pon el foco e intensidad a lo sí funciona:

  1. Desafía mandatos familiares.

Comprende suficientemente – no exahustivamente – tu historia familiar y distinguir de dónde vienen sus patrones de conducta, cuáles son los mitos que se han transmitido de generación en generación y que probablemente ya no aplican. Reconoce qué traumas se vienen acarreando, cuáles dinámicas permiten el florecimiento de los miembros de la familia y cuáles, literlamente, los marchitan, te facilitar observar con consciencia la “danza familiar” y te ayudará a  que “no te lleven a su baile”, al menos al baile que no te sirve bailar…    

2. Ten presente las fortalezas y debilidades de tu familia.

Disfruta lo que sí hay y lo que sí recibes de tu núcleo familiar pero no le pidas “peras al olmo”. 

3. Evita adoctrinar, convencer, explicar de más para que te comprendan y acepten.

Nadar contra corriente y esperar que todos cambien – tus papás, tu abuela, tus hermanos y tu pareja- hará que pongas tu bienestar en el cambio de ellos y no en tu propia transformación.

La familia es como un bowl lleno de manzanas, basta con que se mueva una,  para que las otras se tengan que reacomodar sin necesidad de ruegos, súplicas y esfuerzos que no reditúan. 

Cambia tú y observa que ocurre a tu alrededor.

4. Reconoce el rol que juegas en la estructura familiar para no colocarte en posiciones que no te corresponden. 

Las estructuras familiares requieren, como toda estructura, tener un orden para sostener a la familia.

La estructura familiar acomoda a sus miembros de manera jerárquica, en el lugar que les corresponde, para que funcionen.

Ojo, la primacía en jerarquía no implica supremacía en valor: todos somos iguales en importancia, pero diferentes en funciones y responsabilidades.

Esto implica que la pareja, como origen de una nueva familia nuclear, ha de quedar en el centro del universo familiar, de manera que el resto de los miembros tomen los lugares que le corresponden.

¿Para qué? Para que cada miembro del sistema pueda acometer las tareas de desarrollo que le corresponden por su edad y lugar en la familia. Así, si un hijo es el que toma las decisiones familiares con su madre, dejando de lado al padre, al paso del tiempo las tareas de desarrollo de cada uno de los miembros de la familia se verán entorpecidos por exceso o por defecto.

Respecto a la familia de origen, una vez que uno de sus miembros inicia su nueva vida, los padres han de recolocarse como padres, pero en roles secundarios con respecto del hijo que se “desprende” del núcleo para constituir un nuevo hogar.

Si estás jugando un rol que no te corresponde como hijo, como madre, como pareja, etc., te desgastarás y no permitirás que los demás miembros de tu familia se coloquen en el lugar que les corresponde, con las tareas de crecimiento que les corresponden para desarrollarse y vivir bien.

5. Ante lo que no cambia y te lastima, pon límites.

Los límites son una protección de aquello que no aquello que no te hace bien. Los límites se ponen con explicaciones concisas y precisas sobre lo que necesitas y lo que harás. No esperes que sean convincentes y aceptadas por los demás.

Los límites no son agresiones, ni ruegos, ni chantajes son informar una decisión y ejecutarla, asumiendo la ansiedad de no ser entendido y apoyado por quienes quisieras que validaran tus necesidades, tus intereses y tus valores. 

6. Acércate y distanciarte -física y mentalmente-  conforme lo necesites.

No se trata de negar o evadir tu realidad familiar sino calibrar la cercanía/distancia que requieres para funcionar bien en lo personal y para convivir mejor en lo familiar.

Imagina a tu familia como una chimenea que a veces se enfría y que otras veces quema: cuando las “llamaradas” sean demasiado intensas, toma distancia para no quemarte, y cuando “baje la temperatura” acércate de forma inteligente para disfrutar del calorcito de hogar. 

7. No evites algunos conflictos pues eso crea mayores problemas.

Los conflictos son inevitables en una familia. El problema real está en no reconocerlos y no saberlos manejar.

Negar los conflictos los agranda, además de crear ansiedad en sus miembros. Hay que encarar los problemas y darles salidas eficaces.

¡La evasión es la madre de todas las adicciones!

8. ¡Elige tus batallas cuando “arda Troya”!

No se puede ser el salvador de todos los  problemas, e intervenir en todas las crisis familiares.

Pretender ser “el ajonjolí de todos los pex” muchas veces alarga las situaciones conflictivas que requieren tocar un fondo para que se activen quienes requieren actuar y cambiar.

Distinguir cuándo tu intervención ayuda y cuándo debes emprender “una graciosa retirada” te permitirá preservar tu integridad física y emocional, y facilitar el verdadero crecimiento familiar.

9. Se flexible ante el cambio familiar.

Tu familia pasará por diversas etapas, llegan hijos, se van hijos, entran parejas de los hermanos, lo padres se separan, se vuelven a emparejar…

Combate la rigidez a que todo permanezca intacto porque esto favorece la autonomía de cada uno sin por eso perder su identidad como familia. 

10. Reconoce la violencia doméstica y pide ayuda.

Toda palabra, acto u omisión cuyo objetivo sea controlar y someter a alguien, es violencia. Ya sea de tipo físico – con golpes y jaloneos -, emocional – con insultos, burlas e indiferencia -, económica –  con presión monetaria para intimidar al otro, o dando lo necesario por goteo para que se tenga que humillar y pedir – o patrimonial -maltratando los bienes de alguien o privando el uso de los mismos a sus propietarios – o sexual – acosando, tocando, violando – la violencia ha visibilizarse, no normalizarse y denunciarse si es necesario. La ayuda terapéutica y legal es necesaria con frecuencia para salir airoso de la violencia familiar.

Confío que poniendo “el dedo en el renglón” de alguno de estos consejos, y sostendiéndote en ellos a lo largo del tiempo, te hará una diferencia en tu bienestar personal y en el disfrute posible dentro de tu vida familiar… 

Lealtades invisibles

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