¿Soy una mujer amorosa o poderosa?

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Vivimos en un mundo cambiante en el que no podemos dejar de lado movimientos sociales como el feminismo, que desde hace casi un siglo cuestiona el posicionamiento de la mujer en la sociedad, tanto en el ámbito público y como en la vida privada. Y es que, aunque han habido avances, la mujer del siglo XXI se ha convertido en dadora de cuidados, tanto emocionales como físicos; una trabajadora de tiempo completo que mantiene y cuida a su familia.

Desafortunadamente, vivimos en un planeta dual: bueno o malo, blanco o negro. Y precisamente esta dualidad es lo que nos lleva, a mujeres y hombres, a tener funciones sociales asignadas de acuerdo a nuestro género. Estos roles también caen en una dicotomía donde somos fuertes o débiles, amorosas o frías, masculinas o femeninas.  Ser mujer significa vivir una eterna contradicción, ya que queremos ser lo suficientemente fuertes para defender nuestras convicciones y ser libres, pero por otro lado sentimos cierta necesidad de ser cuidadoras y amorosas.

¿Qué es el amor y qué es el poder?

Tenemos tantas concepciones erróneas de lo que es el amor y cómo se relaciona con el matrimonio y la familia. Todas estas, tienen su raíz en el gran mito del amor romántico, el cual nos enseña a que el amor todo lo puede y lo perdona. Solo a través de la pareja y la familia podemos encontrar felicidad y éxito. No obstante, es a través de estas creencias que permitimos conductas que ponen en riesgo nuestra integridad y desafortunadamente, también nuestra vida.

El amor no es sobreprotección, no es tampoco una serie de labores o cuidados. No es poner las necesidades del otro sobre las mías. El vínculo romántico es más bien favorecer el crecimiento del otro, procurando espacios de tranquilidad y de intercambio de afecto. El amor genera la suficiente paz como para poder desplegar quienes somos en realidad.

¿Cómo me convierto en una mujer fuerte y amorosa?

Además de sumarnos a estos movimientos, que buscan mejorar la vida de las personas desde lo político, tenemos la responsabilidad de desarrollar nuestro poder desde lo privado, a través de estas cinco acciones.

Informándonos sobre lo que es ser mujer. Eduquémonos para no replicar las mismas violencias e injusticias que vivimos.

Hagamos un trabajo de consciencia. Preguntémonos ¿qué quiero? ¿qué me interesa? ¿qué valoro? ¿qué es bueno y disfrutable para mí?

Basándonos en esa información y trabajo de consciencia, hagamos elecciones en seis áreas de nuestra vida: anhelos, sueños, necesidades, intereses, competencias y valores.

Hagamos las paces con lo que somos.

Tomemos una acción madura, responsabilicémonos con nuestro plan de acción para conseguir eso que queremos, considerando nuestra realidad interna y externa. Ajustemos nuestros deseos a nuestras posibilidades, sin limitar la creatividad e ingenio.

Si te lo propones puedes ser la mujer que tú quieras…

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