¿Cómo aprender a tener paciencia?

La paciencia: una virtud necesaria de aprender.

Recuerdo que de chica, la señora que trabajaba en la casa apoyando a mi mamá en labores domésticas y de crianza me decía: “mi reina, no comas ansias”. Es que desde niña he sido acelerada; siempre de un lugar para otro, en el intento de resolverlo todo. Desde que tengo memoria he corrido, y sí a veces me he apresurado. Entonces para mí la palabra paciencia ha sido difícil, la he tenido que aprender poco a poco.

Ojo, no quiero decir con esto que cierto ímpetu que he tenido para resolver o imaginar las situaciones, no sea una cualidad. Mi rapidez me ha sido útil en ciertos momentos. No obstante con el paso de los años uno llega a aprender que la paciencia es una virtud; que no tiene que ver con aguantar ofensas o con resignarse a cosas que uno no quiere.

Y es que permite saber esperar y manejar los tiempos para que se lleven a cabo ciertos procesos necesarios en la vida.

La paciencia es la mejor escuela

La paciencia ha sido necesaria para lograr las grandes cosas de mi vida. Para terminar mi carrera, para elegir un buen amor y dejarlo ir, para navegar con mis hijos sus experiencias, las buenas y las malas. Todo ha requerido una buena dosis de aguante.

Por eso pienso que si no cultivamos esta virtud vamos a llenar nuestra vida de acciones impulsivas e imposibles; equiparables a intentar que una flor se abra si jaloneamos sus pétalos. Apurar los procesos no sirve de nada porque todo en el universo se edifica paso a paso, cada momento, cada planta.

Resiliencia

En este 2021, en plena pandemia, la paciencia juega un papel protagónico. Ahora más que nunca necesitamos cosechar una serie de actitudes que nos hagan tener una mirada optimista. Que nos permitan aceptar las nuevas etapas y desarrollar en el camino el sentido del humor. Todo esto requiere de transitar procesos, esto es algo que no dejo de repetir en mis cursos y talleres.

El cambio no es un evento, es un proceso… no se da rápido. Claro que hay eventos que marcan nuestra vida y la direccionan a un lugar diferente, pero en general lo que realmente importa no ocurre por generación espontánea. En ese sentido, la paciencia es esa herramienta  que nos permite tener la capacidad para que, con tenacidad, lleguemos a un buen puerto.

Avanzar con lentitud

Aunque la paciencia implica cierta lentitud, eso no significa que al practicarla no haya un avance. Hay que tener perseverancia, crear una rutina y construir cierta fortaleza interna para no caer en la tentación de las conquistas inmediatas, para tolerar ciertas frustraciones y poder posponer algunas gratificaciones en aras de una conquista mayor. Para mejorar la vida hay que observar el horizonte, mirar alto, y tener claridad en nuestras metas – casi nada se logra con acciones erráticas- pero caminar firme sobre la tierra.

De ahí que la calma, el respeto, la tolerancia o la serenidad interna nos permitan tener un control personal para transitar los obstáculos que hay que sortear. La lentitud nos permitirá encontrar las puertas que se abren cuando damos un paso adelante, por más pequeño que sea.

¿Cómo cultivarla?

Dicho lo anterior, aquí les dejo algunos consejos que les servirán para ir a paso lento, pero seguro.

1)La paciencia se cosecha alienando las aspiraciones a las posibilidades. Si yo quiero con urgencia algo para lo que no tengo ni los recursos ni el tiempo me voy a desesperar.

2)Hay que bajar las intensidades del día a día. Solo tenemos 24 horas, un tiempo limitado en el que se pueden construir solo algunas cosas, no todas.

3)Buscar el descanso, la recreación y los ejercicios para tener paz interna. Tenemos que respirar, y cuando digo a respirar, es aprender a que el aire baje hasta nuestro bajo vientre y expanda nuestra capacidad torácica, así como realizar ciertos movimientos físicos que nos permitan relajarnos, y canalizar la energía que a veces nos consume.

4) Analizar hasta qué punto la sobreexigencia o las ínfulas de perfección no nos permiten asumir que hay cosas que se pueden, cosas que se han de posponer, cosas que no valen la pena y hay que soltar.

5) Hay que aprender a parar la cabeza. Tener un entrenamiento metal para que no haya lluvias de ideas imposibles. Recuerden que cada acontecimiento tiene su propio tiempo y va a ocurrir hasta que ocurra. La rumiación desgasta terriblemente.

6)Algo que me funciona mucho, ¡aprovechar los tiempos de espera!. En las épocas de “sequía” encuentren algo que sea productivo para ustedes.

7)Tenemos que recordar que los impulsos no son buenos consejeros. Aprendamos a quedarnos quietos y a reconocer lo que pasa para atravesar a adversidad.

Como dice la oración de la serenidad: “hay que aceptar lo que no se puede cambiar, cambiar lo que se puede cambiar y reconocer la diferencia”. Quítense de la cabeza que la paciencia es pasiva, es más bien una fuerza concentrada que los llevará en su momento a accionar. Como decía, cuando era niña, la hermosa señora que trabajaba en mi casa, “Mi Teté, no comas ansias.”

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