Testimonio “Cómo identificar a un patán”

Cuando leemos un libro y nos aporta valor, es muy valioso dar aportes a partir de lo que hemos aprendido. Rosalía leyó mi libro, ¿Cómo identificar a un patán?, compartimos su testimonio.

 

Tiempo de lectura: 7 minutos

Una consultante que se llama Rosalía nos da su testimonio de mi libro ¿Cómo identificar a un patán?.  En este libro busco ofrecer herramientas y recursos para apreciar las características de un buen amor y poder rechazar los amores tóxicos; construir relaciones que te aporten paz, crecimiento y bienestar descubriendo las creencias, patrones, conceptos e historias de vida que te han llevado a invisibilizar o minimizar el maltrato en una relación de pareja.

Testimonio, ¿Cómo identificar a un patán?, 

 

“Un día me desperté, me miré al espejo y no me reconocí. A los 3 años de haber tenido a mi primer hijo y 4 años de estar casada, había en mí una tristeza muy profunda, un desencanto y una desilusión que en aquel entonces no tenía nombre. ¿Cómo había llegado hasta aquí en estos 8 años de relación?, ¿cómo me fui debilitando? Era una tristeza no compartida con las personas cercanas a mí, silenciada, y vivida en mucha soledad y vergüenza. Esto fue el parteaguas para darme cuenta de que llevaba un vida paralela a la de mi esposo: él era “muy feliz” y yo todo lo contrario. Necesitaba ayuda.

 

Sin embargo, tras ir a terapia con Tere y leer su libro ¿Cómo identificar a un patán? descubro que es indispensable que el terapeuta tenga una visión de género, para que no minimice lo complejo del problema y las vivencias del consultante. Esto me sucedió a mí, cuando en dos ocasiones dos terapeutas en distintos momentos me dijeron: “se me hace que te gusta hacerte la víctima”, “creo que tu apego a lo material te ha llevado aceptar el maltrato”. Al no ser totalmente cierto, ni totalmente falso, pone en evidencia lo confuso y paradójico que ha sido para mí estar en esta relación.

 

Por otro lado, darme cuenta de esta contradicción en la que he vivido entre: el odio/amor, estallido/arrepentimiento, estabilidad/inestabilidad, vulnerabilidad/fuerza, ternura/desprecio etc. hace que sea un “lazo” confuso de desamarrar, pero jamás imposible y ha requerido de mí, como menciona Tere, distinguir “qué de lo que he vivido es mi responsabilidad y qué es efecto de una estrategia de violencia” (Díaz, 2018), para no avergonzarme por decir tantas veces ahora sí ya lo voy a dejar.

 

En la primer parte:

Reconocimiento -que trata sobre cómo reconocer a un patán- diría que he vivido con uno que muestra muchos rasgos perversos para manipular, someter y encubrir sus conductas abusivas hacia mí. Esto me implicó cambiar mis cuestionamientos: ¿será que soy una bizarra?, ¿que yo en realidad no aporto nada?, ¿que yo soy un zombi? -como algunas veces me dijo- por: ¿será que él es intolerante?, ¿tiene ideas muy fijas?, ¿que él es agresivo?, ¿que él es patán?, ¿qué tipo de patán es?

 

En la segunda parte:

Exploración -cuando el patán ha hecho de las suyas conmigo-, me considero experta en cómo opera el abuso en estos patanes, de qué se alimentan, cuáles son sus tácticas y estrategias, cómo se inicia este intercambio violento y cómo se mantiene dentro del círculo de la violencia. Tere afirma que el daño de un patán tiene efectos importantes, más aún cuando llevamos relacionándonos mucho tiempo con él: la imagen que tenemos de nosotras mismas se ve distorsionada, y afecta varias áreas de nuestra vida, pero principalmente la relación con uno mismo.

 

Ahora estoy transitando la tercera etapa:

Liberación para reconstruir mi propia identidad. Esta consiste en preparar el terreno paso a paso, saltar los obstáculos que se presenten y seguir llevando a cabo actos de resistencia sostenidos que me empoderen y me lleven a transgresiones “reales”.

 

Así que hoy, mi responsabilidad hoy en día no es parar los actos violentos de mi esposo, ni querer aleccionarlo sobre su actuar; mi responsabilidad hoy consiste en alejarme del maltrato, en nombrarlo y sobre todo en cuidarme. Para reconstruir mi identidad estoy haciendo cosas que me gustan, buscando un trabajo, cuidándome a mí misma y acuñando todos los aprendizajes obtenidos de esta experiencia. Hoy, a mis 38 años, mi responsabilidad está puesta en mí”.

 

Reflexión final

Difícilmente podemos saber con exactitud cómo es una persona al primer vistazo, mucho menos podemos saber, aun conociéndola mejor, cómo será su comportamiento en el futuro. Parte de la maravilla de lo humano es esa ambigüedad, el hecho de ser impredecibles. Sin embargo, sí es posible dar cuenta de detalles que denoten personalidades que lejos de ayudarnos a crecer y ser felices, seguro nos darán muchos dolores de cabeza –por decir lo menos-.

 

Seguir esperando un trato especial, que incluye ser cuidada, rescatada y sostenida de manera casi infantil, genera posturas de dependencia e inactividad. Asumir consecuencias de nuestros actos incluyendo las que nos restan privilegio, debemos renunciar a la protección. El amor no puede ser nuestro único proyecto de vida.

Tere Díaz

 

¿Cómo identificar a un patán?

Digamos no a las patanerias – Cómo identificar a un patán

 

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