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A lo largo de mi vida, y carrera he aprendido que no hay mejor escuela para atravesar el día a día que los hábitos. El orden nos da una posibilidad de limpieza exterior e interna y nos obliga a transitar por el camino correcto, ese que nos llevará ahí a donde siempre hemos querido llegar.
Y aunque se dice fácil: “si quieres avanzar, avanza”, lo cierto es que la disciplina cuesta trabajo, porque entre otras cosas, es parte de un proceso. Casi nunca, podemos ver sus virtudes a simple vista. No obstante, las metas más difíciles de conseguir son las que más satisfacción dejan en el espíritu. Por eso les recomiendo que antes que temprano edifiquen su existencia con pasos lentos, pero seguros; es decir a través de los hábitos.
Construyamos y reconstruyamos hábitos
Los hábitos son las prácticas cotidianas que realiza una persona. Hay algunas costumbres, como la alimentación, que crecen con nosotros y hay otras que implementamos en el camino. Por eso, antes de empezar debemos saber qué queremos y que nuestro cerebro tardará al menos 21 días en entender hacia dónde nos dirigimos.
Hay que plantearse objetivos concretos y alcanzables, ya que estos nos ayudarán a evitar intentos fuera de lugar y desequilibrios innecesarios. A mayor intento de cambio mayor es la ansiedad (tenemos que aprender a clamarnos). Pienso que la ejecución de las propias conductas de autovalidación compensará sobradamente la angustia que generará el cambio de actitud. En otras palabras, pequeñas acciones sostenidas en el tiempo producen importantes resultados.
Asimismo, existen hábitos a los que uno se apega porque sirvieron en el pasado. Es difícil reconocer que lo que una vez fue útil hoy ya no sirve. En ese sentido tenemos que aprender a desafiar nuestras creencias y hacernos nuevas costumbres que se relacionen con lo que queremos conseguir en el presente.
Consejos para empezar en nuevo camino
Más que decirles cuáles son los hábitos que deben o no de adoptar, eso cada quien lo decide, pienso que es más importante recomendarles algunas estrategias para darle una buena batalla al día a día, y empezar a construir su nuevo “yo”
¡Para! Deja de hacer lo mismo, lo que no te ha funcionado. Hacer más de lo mismo puede ser fácil, conocido, incluso habitual, pero no te llevará a resultados diferentes.
Ponle nombre al problema concreto Detecta tu malestar. Antes de lanzarte a actuar sin ton ni son, permítete sentir de qué va tu desasosiego, frustración o sensación de fracaso.
Encuentra tu motor Descubre lo que daría propósito a tu vida. El significado y sentido de vida es el motivador superior para de ahí construir un proyecto personal. ¿Qué quiero? ¿Qué anhelo? ¿Con qué sueño?
Reconoce tus recursos: Haz una lista de tus competencias en uso y de las que hay que explotar: las que ya utilizas y las que puedas desarrollar. El autoconocimiento y la aceptación personal son la base del uso oportuno y constructivo de tus recursos.
Diseña un plan de acción: En tiempo y forma inicia con lo que te demanda más fuerza de voluntad, para dejar el premio para después.
¡Celebra tus avances! Cada paso es valioso, no sólo el resultado final.
Retoma un nuevo desafío y reinicia el proceso. Este proceso repetido, cada vez con mayor confianza y destreza, te llevará a la experiencia de sano amor propio.
Es hora de planear el primer paso
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