En la farándula, en las mejores familias y hasta en la Realeza… hay “canitas al aire” y triángulos amorosos.
Escrito por Tere Díaz
Tiempo de lectura: 5 minutos
Descritas desde antaño en textos antiguos como la Biblia y la Ilíada, los triángulos amorosos, las “canitas al aire” y las infidelidades, deschongues de pasillo como efecto del descubrimiento de la infidelidad, han recorrido toda la literatura universal a lo largo de los siglos, y actualmente tienen un lugar predominante: novelas, series, películas, poemas, hasta en las canciones…
Y de casos…
Así, tenemos a Brad Pitt y Jennifer Aniston, Meg Ryan y Dennis Quaid, Kristen Stewart y Robert Pattinson, (clara-mente) Shakira y Gerard Piqué, y por supuesto la infidelidad tan sonada del actual Rey Carlos III y la princesa Diana de Gales, y desde mi experiencia, qué decir de las consultas terapéuticas.
Al hablar de triángulo amoroso me refiero a una relación entre dos personas con exclusión del cónyuge o la persona con quien se ha establecido un acuerdo de monogamia, que incluye compromiso emocional y/o sexual, y que tiene repercusiones en la vida de todos los involucrados, a nivel psicológico y social principalmente, muchas veces económico también.
En el triángulo amoroso tres integrantes, hombres o mujeres, originan y sostienen –de manera consciente o inconsciente- un vínculo de fuertes efectos emocionales y/o sexuales.
Otra característica central del triángulo amoroso, a diferencia de los nuevos acuerdos de pareja, es el rompimiento unilateral del acuerdo de exclusividad, así como la afectación por el mismo del nivel de intimidad, de la cercanía emocional y/o del compromiso con la relación primaria.
Dejo fuera del concepto “triángulo”, porque todas las “canas al aire” que implican aventuras de una “noche de copas” y que generalmente carecen de un contenido emocional, si bien involucran actividad erótica y sexual. Excluyo también todas las “infidelidades” cibernéticas que nunca se actúan “en vivo y a todo color”.
También, una infidelidad implica sumergirnos en cierta complejidad, ¿por qué? porque hablar de infidelidad es muy complejo, pues no podemos reducir un evento con tantos matices a un tema de “causa-efecto”, donde existen una víctima y un villano.
Ojo, no todas las infidelidades son iguales.
Algunas parten de necesidades personales no satisfechas; en ocasiones son francos impulsos que permiten liberar ansiedad en etapas de transición o adaptación crítica; en otras, son síntomas claros de una relación en crisis o porque en muchos casos:
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- Hay una búsqueda de afecto, es predominantemente en mujeres.
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- Porque las cosas están mal y hay un deseo de venganza: predominantemente femenina, aunque hay sus excepciones como es el caso del ahora rey, Carlos III.
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- Podría ser por incompatibilidad sexual: es predominantemente masculina.
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- Contrato matrimonial original: Todas las parejas establecen un contrato no escrito que establece deseos, expectativas y reglas conscientes e inconscientes ligadas tanto a patrones y experiencias, vividas en las familias de origen como a sus circunstancias actuales.
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- Cuando las expectativas no se satisfacen, las desilusiones aparecen y los términos del contrato se ponen a presión, eventualmente se modifican para incluir la posible infidelidad.
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- Por provocar una reacción: más en mujeres que en hombres para resolver el distanciamiento emocional.
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- También se dan las infidelidades pre-divorcio
Ahora bien, el triángulo amoroso o la “canita al aire”,
no se define ni por su duración ni por su intensidad,
sino por el equilibrio personal, de pareja y grupal que aporta, de manera consciente o inconsciente, deseada o rechazada, a quienes los conforman.
En general, inicia desde la atracción mutua, con o sin interés de implicaciones sexuales, pasando por el enamoramiento, hasta consolidarse en algún tipo de vinculación.
La terminación del mismo se da por razones diversas: o deja de cumplir su cometido, o es descubierto y pierde la posibilidad de existir ante la crisis de pareja que detona, o bien la culpa o malestar de alguno de los involucrados lo disuelve, o simplemente la renuncia elegida o las circunstancias vividas precipitan su desintegración.
Esto no significa que el espacio interior o intrapsíquico que le da cabida, incluso los sentimientos amorosos internos, desaparezcan necesariamente.
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