Deeee colores… (y amores)

De Colores, sabores y disfrutes.

Escrito por: Tere Díaz

 Tiempo de lectura: 3 minutos 

 A mí me gusta vestirme de colorines, y tener en mi closet prendas de tonalidades múltiples.

Aunque algunos quesque “especialistas en moda” me cuestionan que por qué no uso colores más sobrios, que con negro y blanco me vería mejor, que no le quite elegancia a mi estilo; yo soy quien soy y no voy a renunciar nunca a lo que amo por lo que los demás opinen.

Del guardarropa a la cama la cosa tampoco cambia.

En cuanto al sexo, el erotismo y el amor, también hay muchos colores. Aunque a los entusiastas del blanco y negro no les parezca y piensen que opinar sobre los vínculos ajenos es correcto. Andan por ahí hablando de cosas que no entienden; presumen que todo lo que no es “normal” es una perversión o el sinónimo de enfermedad.

¡Ah, cuánta moralidad e ignorancia en un espacio que puede ser tan pintoresco, gozoso, variadito y lúdico!

Un arcoíris compartido

Y es que ha sido taaaaan difícil desafiar la hetero-normatividad hegemónica (¿suena rimbombante, verdad?) como referente absoluto en cuestiones de amores y de sexualidad.

Colores sabores disfrutes

A mí que no me repitan la cantaleta de que “la naturaleza dice” o que “la esencia clama”. Entre otras cosas porque la evolución es perfectible, o cómo explicamos la existencia del apéndice o el himen; esas partes que aunque no tienen una función necesaria para la vida, están ahí.

La sexualidad y los amores son tan variados como lo consideremos. En ellos, lo que sirve, se usa, lo que no sirve y no molesta ahí está, y lo que no sirve y estorba, a volar. El sexo no es black and white,  así que pintémonos del color que nos apetezca en este amplio y continuo arcoíris del que todos somos parte.

De chile, de mole,  de dulce y de manteca 

A mí también me gusta comer, variado y mucho, además seguidito, ya sea en mi casa, en la calle, incluso cuando voy a casa de mi tía Lencha. Lo disfruto, lo procuro y lo comparto; si estoy satisfecha no pido nada más. Asimismo amo que me cuenten de qué va un platillo, que me narren cómo se prepara y me inviten a comerlo en la próxima ocasión.

Si  bien algunas personas me ven de una manera rara (sobre todo por aquel horrendo prejuicio machista de que para ser mujer me cabe un poquito de más), generalmente envidian el disfrute que me causa hacer lo que me gusta.

Yo me desconcierto un poco con aquellos a los que les gusta siempre lo mismo, a la misma hora, con el mismo plato y en el mismo lugar… pero mientras disfruten, y sus decisiones no sean provocadas por una neurosis empedernida, bienvenidos los gustos y placeres de cada quien. 

Colores sabores disfrutes

¿Pero qué tal a la hora del sexo, del amor y del erotismo? La cosa cambia; la variedad de encuentros, gustos, estímulos y deseos se vuelven perversiones, sino es que se catalogan como francas desviaciones y patologías.

Yo no soy quién para entrar en detalles de preferencias y orientaciones, pero una vez más que visión tan corta si pensamos que sólo existe una manera de hacer bien las cosas.

El respeto al derecho ajeno…

Y así, sin que nos hayan preguntado, vivimos en un mundo heterocéntrico, falocéntrico, heteronormativo y binomial (palabrillas domingueras que hay que incorporar). Un mundo en el que todo lo que no es claramente hombre o mujer está estrictamente distinguido, se borra. Un mundo en el que si la practica no va acorde a la naturaleza reproductiva, se juzga.

Colores sabores disfrutes

Si las multitudes mexicanas disfrutan a discreción los tamales de chile, de mole, de dulce, de elote, de raja, con o sin ajonjolí, ¿no podemos soltar la necesidad de prohibir o juzgar la existencia de diferencias en la cama y en el corazón?

Diversidades sexuales

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