En pleno siglo XXI el hecho de ser madre es una especie de mandato, un sine qua non para una vida plena y un imperativo social para ser mirada con respeto.
Cuando una pareja empieza a plantearse un futuro con hijos, se produce una reflexión personal sobre cómo vivir el futuro.
Ser madre es una elección no una vocación natural ni un destino único. Todo ser humano nace de una madre, pero ninguna mujer nace con la vocación.