Tomar terapia o solo consultar, veamos:
¿Qué es la psicoterapia? Una psicoterapia es un espacio íntimo con un profesional de la salud mental, donde se puede trabajar conjuntamente a través de la palabra – y de otras técnicas dependiendo de la especialidad del terapeuta- ,
para conseguir los recursos y estrategias que generen los cambios necesarios para aliviar y si es posible, eliminar, aquellas situaciones, conductas, pensamientos o síntomas que están generando un malestar en nuestra vida personal y relacional.
Ahora bien, no se trata de eliminar “lo que no nos gusta”, sino entender el mensaje del malestar, del problema,
para darle una salida oportuna y constructiva y mejorar así la calidad de nuestra vida.
Entonces el objetivo de un proceso de terapia es mejorar la calidad de vida personal y social de quien consulta a través de un cambio en su conducta, en sus actitudes, en sus pensamientos o en sus afectos.
Sin pensar en soluciones mágicas ¡es sorprendente observar que a veces el cambio inicia desde el momento mismo en que se solicita la primera consulta!.
¿Acaso no es común consultar a abogados, médicos, fiscalistas, para asuntos diversos en los que requerimos un cierto “empujoncito” antes de actuar?.
No toda problemática requiere meses de terapia, no todo malestar implica sesiones y sesiones para encontrar una solución.
¿Cómo distinguir que necesitamos un proceso terapéutico o que será suficiente unas cuantas sesiones con un profesional de la salud mental para avanzar?
Por ello, no hay duda que vivimos tiempos desafiantes; el siglo XXI con todos sus avances y riquezas nos presenta cotidianamente multiplicidad de retos a enfrentar.
Las opciones de vida se han enriquecido y diversificado al tiempo que la existencia humana se ha vuelto compleja y ambivalente:
es decir, son muchos los escenarios posibles a elegir en el trabajo, en las relaciones, en los estilos de vida familiar, y ellos generan con frecuencia dudas, temores y ansiedad.
Por eso, muchos de nosotros hemos vivenciado el sentirnos:
- Atrapados ante algún problema que nos rebasa.
- Frustrados de intentar soluciones diversas que nos han generado en mayores conflictos y alejado de una certera resolución.
- Atemorizados por algún síntoma que persiste – insomnio, angustia, pensamientos obsesivos, cansancio, pleitos constantes.
- Desconcertados al experimentar un dolor profundo y un sufrimiento intenso que no podemos ni superar ni manejar.