De la serie “Para amar nuestro cuerpo”. La imagen corporal es todo un tema y aquí te invito a reflexionar acerca de la importancia de tener un buen concepto de nuestro cuerpo.
Escrito por: Tere Díaz
Tiempo de lectura: 4 minutos
Es triste, pero no pasa un día sin que muchas mujeres nos miremos al espejo y nos digamos: “me faltan pompas, me sobra grasa, que feas estrías, me cuelga el pecho”. Nos cuesta vernos desnudas; movernos y vestirnos sin criticarnos; no medirnos (a cualquier edad) teniendo como parámetro a actrices, gimnastas y bailarinas “perfectas” como Jennifer López, de quien se dice que a sus cincuenta y tantos tiene cuerpo de treinta y dos.
En nuestra cultura, el cuerpo a través del cual nos expresamos erótica, intelectual, actitudinal y afectivamente, para las mujeres se convierte en un elemento clave de identidad personal y de valor social. Se nos evalúa -y nos evaluamos- en relación a nuestra apariencia, y muchas veces dependiendo de cómo nos vemos es si nos sentimos adecuadas o no, valiosas o no, queribles o no, deseadas o no.
¡Al diablo los cánones!
Si bien se insiste, por un lado, que cada cuerpo es diferente, y por el otro tenemos que algunas diferencias femeninas se califican -por el entorno y por las mismas mujeres- como inadecuadas, marginales e insuficientes pues no alcanzan el “ideal de belleza” de la moda: somos demasiado gordas o demasiado flacas, muy altas o extremadamente chaparras, fofas o simplemente desgarbadas, muy blancas o con una piel demasiado manchada.
Esto, además de ser un gran negocio para prácticas quirúrgicas riesgosas e infinidad de productos inútiles, es también un arma del patriarcado para mantener nuestra cabeza ocupada en ser unas “Barbies” y entorpecer la conquista de nuestra independencia, al desviar energía a “supuestos cánones de belleza” que nos encarcelan a través de juicios crueles sobre nuestro cuerpo.
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