¿Día del hombre? Cuatro demandas absurdas de la masculinidad

En este artículo te comparto algunas ideas sobre las implicaciones y demandas de la masculinidad.

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 4 minutos

Desde hace ya varios años los hombres llegan a consulta porque no entendían muy bien cuál es su papel en su relación… Las mujeres con las que comparten la vida son, según ellos, muy “independientes”.

Prejuicios que confunden

El tiempo como únicos proveedores del hogar ha terminado y el desconcierto está permeando su interacción con nosotras, desde el trabajo hasta la cama. Y aunque llevamos ya varias décadas hablando del papel de la mujer en la sociedad, en lo laboral, en la vida conyugal y con nosotras mismas, muy poco hemos discutido sobre cómo queda parado el hombre ante estos cambios.

Por eso, hoy que se celebra el Día del Hombre, o más bien habría que decir: Día de los hombres, es un buen momento para cuestionarnos qué significa ser hombre hoy y lo más importante: cuáles son las demandas absurdas que les hacemos a los hombres y que debemos cuestionar para acompañarlos en su propia liberación de género. 

Demandas absurdas de las mujeres

Imagen corporal

  • Los hombres han crecido “poniendo el cuerpo” como si no fuera suyo: lo han usado como herramienta y coraza, haciéndolo “fuerte” y guardando dentro de él temores y dolores junto con sentimientos que, dicen, “no son masculinos”. Las mujeres tendemos a integrarnos más con nuestro cuerpo: entre la experiencia de la menstruación y, en ocasiones, de la gestación y el parto. Muchos hombres se disocian de su cuerpo, lo maltratan y no lo escuchan cuando habla, ignorando síntomas con tal de no parar esa máquina “productora”. 
      • Pero, ¿de qué se trata esa demanda femenina que atribuye a los hombres una masculinidad costosa? Tiene que ver con esas características estereotipadas que sobreexige a los varones a que sean “superhéroes”: a cortejar, mantener, elogiar, proteger. Muchas mujeres no han renunciado al antiguo modelo “admirativo”, donde el hombre tiene que ser “más”: más rico, más fuerte, más seguro, más..

Lenguaje femenino vs masculino

  • Las mujeres nos comunicamos con palabras; los hombres lo hacen con actos. A diferencia del más amplio lenguaje femenino, el masculino prefiere temas concretos relacionados con el mundo externo. Con frecuencia, nos quejamos de que ellos no hablan. Muchos no han sido educados para estar en contacto con su sensibilidad; y es probable que, conforme encuentren los modos de relacionarse con sus afectos, tengan más para expresar.
      • Sin embargo, también hay que valorar el silencio de ellos, inherente a su masculinidad, acompañado de actos conmovedores y acciones solidarias.

Maternidad vs paternidad

  • Mientras se escribe y se reflexiona sobre la maternidad, la paternidad se ha mantenido en un perfil bajo. Las mujeres gestan y amamantan, crían y educan; los hombres, para proveer, han de estar fuera de casa y pierden la posibilidad de vincularse con sus hijos.
      • Pocos reflexionan y se cuestionan acerca de la paternidad: la sociedad ni la aplaude, ni la solicita; cuanto más, al ser padres, se “certifica” su potencia sexual, al tiempo que se satisface la expectativa de dos mujeres: la madre y la esposa. Pero la paternidad como elección no es un deber sino un derecho que atañe a padres e hijos. 

Soledad

  • Se dice que los hombres no tienen mucha resistencia a la soledad, quizá porque la que comúnmente experimentan es la de haberlo perdido todo tras fracasos, divorcios, despidos y derrotas. En dichas condiciones, ellos tienden a escapar en busca de otra persona, o a entrar en el estatus de “fracasados solitarios”. Estar solo no significa estar abandonado, sino distanciarse de determinadas situaciones y personas para crecer. La soledad, entendida como elección, es propicia para la confrontación personal, para reconocer las propias sensaciones, necesidades y sentimientos, así como para poder desarrollar aspectos postergados. 
      • Hay quienes aún piensan que ser “hombre” es que “aquello” que está debajo de su cintura responda cada vez que se le requiera, lo cual da origen al mito de que, en el sexo, los hombres “siempre quieren y siempre pueden”. En el área sexual, las ideas de “producir y rendir” también aparecen como exigencias. La suma de estas creencias provoca que los hombres teman el no querer o el no “poder” tener sexo. Así, las disfunciones sexuales pueden ser una forma “silenciosa” a través de la cual el cuerpo se rebela por no tomar en cuenta lo que siente el varón. El sexo es más que genitalidad: es soltarse para sentir.

Vías de liberación

Parece claro, tras este recorrido, que los pesares y dificultades masculinos no vienen de una “envidia del clítoris”, como dice dice por ahí. Adquirir la identidad masculina es tarea ardua, pero que no se logra “asumiendo lo femenino”: la “cara oculta” de la masculinidad no es la de una mujer. El camino consiste en dos puntos: la posibilidad de los hombres de expresar los atributos que les han sido negados por ser considerados características “femeninas”; y el reconocer y respetar tanto los modos como los estilos individuales y más auténticos de expresar dichos atributos. Partiendo de esta autenticidad, cada sexo se encargará de construirse a sí mismo. Y hoy es un buen día para reflexionar en ello.

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