Escrito por: Tere Díaz
Tiempo de lectura: 4 minutos
¡He renunciado a tanto por esta apuesta amorosa!
¿Qué tanto te identificas con el dicho: “Más vale malo por conocido, que bueno por conocer”? Quizás padeces el “costo hundido”. Si ya le invertí a algo: tiempo, dinero y esfuerzo, le seguiré “echando ganas” porque ahora me tiene que salir. Aplica para un negocio que está quebrando, una casa que se está cayendo, con una amistad tóxica, o con un amor fallido.
El costo hundido -costo irrecuperable o pérdida imborrable- es un sesgo cognitivo que nos lleva a una distorsión de la realidad, a una interpretación ilógica de los hechos y, en síntesis, a actuar de manera irracional. Consiste en pensar que el haber puesto muchos recursos en algún proyecto en el pasado, es razón suficiente para no abandonarlo en el presente. Hay un empeño en no rendirse como si el anhelo, el tesón y la intención permitieran recuperar la inversión.
¿Haber perdido lo suficiente es razón para continuar desperdiciando recursos y tiempo? Sin esperanza real de éxito no hay salida. ¡Hay que parar!
Valores secundarios del costo hundido
En ocasiones existen factores secundarios que sostienen un proyecto que va a pique: sostener un negocio quebrado porque ahí se entretiene mi mamá, quedarme con un marido violento para que mi hijo se recupere de una enfermedad, o seguir una carrera que no me funciona, porque ya estudié mucho de la materia.
El problema es que muchas personas caen en la falacia, sostienen un proyecto cuando los efectos colaterales también están mermados, o cuando ni siquiera reporta tales beneficios en realidad.
Tips para salir, para no caer y recaer…
¿Cuánto más estás dispuesto a perder? Ponte límites en tiempo, dinero y esfuerzo.
1. Pide retroalimentación a una persona de tu confianza.
2. Evalúa lo que sí te dio tu pasada elección y piensa cómo esa experiencia ya es una ganancia.
3. Entiende tus errores y aprender de ellos.
4. Distingue entre perfecto y bueno.
5. Atraviesa el duelo necesario por la pérdida.
6. ¡Ríndete! También de valientes.
7. Siente la fortaleza que te aporta el poder soltar.
8. Olvida el “qué dirán” y libérate de la opinión ajena.
9. Visualiza el futuro sintiendo la ligereza de lo que ya no tendrás que cargar.
Terminar no es fácil, pero tampoco es el fin del mundo
Algo que aumenta la complejidad de tomar una decisión es la idea de que los que terminan o se separan son débiles o fracasados, que la vida de pareja es mejor, que es mejor durar que claudicar.
Lentamente, la sociedad se vuelve más abierta a nuevos modelos de vida personal, de pareja y familiar, pero aún pesa el tabú separación-soltería. De hecho, muchas relaciones de mala calidad perduran por razones equivocadas y por temores infundados.
Si es momento de dejar ir, cambia de página y lejos de clavarte con el “costo hundido”, atesora la “inversión de lo ganado” y vuelve a empezar.