Ceder, apechugar y negociar para durar y amar…

Nuestro ideal es vivir en una relación de pareja sana, feliz, plena, basada en principios de reciprocidad y bienestar. Para ello es necesario aprender a ceder, apechugar y negociar en pareja con sinceridad

Vivimos una época en la cual el cambio social ha permitido tomar consciencia de la necesidad de vivir en igualdad y en libertad, así como de reivindicar los derechos humanos para que todos podamos vivir una vida digna.

Esto sin duda aplica a la vida en pareja. No podemos negar que antaño la mujer dentro del matrimonio (incluso dentro del Génesis, en la Biblia) no solo era un apéndice del hombre, sino que las familias la usaban como “moneda de cambio” al hacer los contratos matrimoniales (para asegurar sus tierras, su descendencia y su linaje) así como la única generadora de servicios y cuidados, sin voz ni voto, para el esposo y los hijos.

A esto sumemos los cambios personales a lo largo de la vida, y las circunstancias también cambiantes en el correr de los años: enfermedades, despidos, demandas de las familias de origen, traumas atravesados, muertes, etc. 

Habrá que evaluar cada situación, momento a momento, para acordar, si alguien viene quemado de un trabajo agotador, o si alguien está preocupado por un familiar enfermo, si alguno perdió el trabajo, etc, etc, cabe preguntarse: 

¿Cómo acompañarse, negociar, aceptar?

¿Cómo cargar con más, soltar lo que no es importante, pedir ayuda? 

Cuando los dos no pueden

Ocurrirán situaciones de “salvémonos como podamos”, es decir, ambos atrapados en demandas, cansancios, y problemas, no pueden exigir que el otro los apoye, si van a duras penas, remando en su propia lancha. 

De ahí la importancia de contar con redes de apoyo exterior a la pareja, porque nadie puede satisfacer del todo las necesidades del otro. Somos seres sociales, y si bien el individualismo ha crecido y la pareja se va convirtiendo en la principal fuente de apoyo, disfrute y resolución, ni una madre sola puede dar a un hijo todo lo que requiere para crecer.

Hoy demandamos a la pareja lo que antes no daba toda una tribu.

Por lo tanto, conviene fortalecernos como individuos, porque eso nos permitirá dialogar, escuchar, comprender, generar empatía y negociar con mejores recursos, así que aquí te presento algunas Habilidades que requerimos para saber ceder, apechugar y negociar.

  1. Flexibilidad. Entrenar la capacidad de hacer cosas diferentes y variadas. Ejemplo: ir a una boda sola sin tu pareja.
  2. Apertura mental. No encajonarte que esto toca a la mujer, esto al hombre.
  3. Empatía. Capacidad de ponerte en el lugar de otro.
  4. Tolerancia a la frustración. Capacidad de posponer el placer.
  5. Redes sociales fuera de la pareja. Contar con amigos, colegas, familia, que te apoyen cuando apoyas, o cuando requieres tú el apoyo. 
  6. Actualizar tus ideas de lo que es el amor y la pareja ideal.
  7. Trabajar tus heridas infantiles que te hacen demandar de más cuando toca dar, o tu temor a que te abusen, o tu miedo a que te abandonen.
  8. Saber poner límites al otro y a ti.
  9. Saber pedir cuándo requieres apoyo.
  10. El amor todo lo cura, si la persona madura.

La vida es un constante vaivén, siempre en movimiento, buscando cierta estabilidad que se sostiene en un equilibrio frágil. En medio de ese torbellino, la pareja debe aprender a malabarear, intercambiar roles, llenar vacíos y asumir responsabilidades que pueden no ser propias. 

Si bien el equilibrio es frágil, el amor se puede sostener en el tiempo. Se trata de cargar sobre los hombros la carga y de renovar constantemente la relación, basándose en la consideración mutua y en una negociación continua y amigable.

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