¿Para qué sirven los sentimientos?

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En la sociedad occidental, de la que formamos parte, la noción más privilegiada de inteligencia se ha restringido a aspectos como la racionalidad, el conocimiento y la lógica, mientras que la dimensión afectiva de ésta ha sido excluida como parte fundamental de su definición. Esto significa que la inteligencia que se manifiesta en el reconocimiento, la comprensión, la empatía, la aceptación, así como en la expresión y el manejo adecuado de nuestros sentimientos y emociones, es considerada de “segunda categoría”.

Y no sobra decir, aún para las personas que se viven y consideran poco emocionales, que todas las personas sentimos en mayor o menor medida, pero todos sentimos. Más allá de nuestras diferentes sensibilidades, negar que sentimos sería vivir en medio de la confusión y la vaguedad; algo así como andar a oscuras por la vida sin entender qué nos pasa, por qué nos pasa y cómo hemos de responder a ello. Nunca somos neutros –por tenue que parezca la experiencia emocional que sintamos– ante nuestro mundo externo y ante nuestra vivencia interna, de ahí la importancia de conocer el mundo afectivo, pues las emociones y los sentimientos nos aportan información de nosotros, de lo que deseamos y valoramos, de lo que tememos, y de lo que hemos vivido.

En qué consiste sentir

La primera respuesta ante cualquier estímulo del exterior es un cambio en el estado del propio cuerpo, que tiene como finalidad que el organismo se oriente hacia su supervivencia y bienestar. Gracias a este mecanismo podemos decir que las emociones son como una especie de radar que capta el mundo exterior: las emociones son lo primero que impacta al cuerpo. Posteriormente, el estado emocional se extiende, se matiza o se intensifica a partir de los sentimientos que genera; en otras palabras, primero se desencadena una emoción y luego se propicia una acción acompañada de sentimientos.

A partir de esta división, y de forma algo simplificada, podemos afirmar que las emociones pertenecen más al cuerpo y los sentimientos corresponden, en parte, a la mente y a los repertorios conductuales aprendidos a lo largo de toda una vida de experiencias, si bien ambos se experimentan en el cuerpo.

Por esto hemos de entender que los sentimientos –a diferencia de las emociones que son reacciones más inmediatas– pasan por una elaboración cultural, es decir, que están mediados por nuestras creencias. En un ejemplo más concreto: si pensamos que alguien se enoja con nosotros es porque hicimos algo mal, esto indica que nos sentiremos estresados de no actuar a la perfección para que la gente no se enoje con nosotros, como si el enojo del otro no pudiera ser independiente o desproporcionado ante la conducta de uno.

¿Para qué sirven los sentimientos?

La utilidad de conocer y manejar nuestros sentimientos es muy amplia, aún así no sobra que lo entendamos bien. A continuación, veremos brevemente cinco razones para aprender a sentir con inteligencia.

1) Para vincularnos. Nos encariñamos, nos apegamos y podemos crear lazos afectivos firmes y duraderos. Sin sentimientos no generaríamos relaciones valiosas y eficaces que nos permitan cuidar, sostener, nutrir y actualizar nuestras relaciones importantes.

2) Para expresarnos. Reconocer en nosotros mismos lo que nos ocurre y poder comunicarlo a los demás. Los sentimientos no se dicen, sino que se demuestran. El lenguaje emocional esprincipalmente extraverbal. Hay una distancia entre lo que manifiesta el lenguaje y lo que revela la expresión del sentimiento. Pero al hablar sobre sentimientos, incluimos expresiones que acompañan nuestro discurso y que pueden enriquecerlo.

3) Para conocer. Además de las capacidades intelectuales, las capacidades emocionales son útiles herramientas que nos permiten conocer tanto nuestro entorno como a nosotros mismos: nuestro pasado, nuestros gustos, nuestros intereses, nuestros valores y nuestros dolores enquistados.

4) Para jerarquizar nuestros valores y luchar por ellos. A través de los sentimientos se manifiestan nuestros intereses, así como lo que es o no es valioso para nosotros y nuestra vida. Partiendo de nuestra naturaleza deseante –somos seres que deseamos cosas, experiencias, sueños, personas–, podríamos afirmar que los sentimientos son instrumentos a nuestro servicio pues nos movilizan, desde la apetencia, a acercarnos a lo que nos gusta y alejarnos de lo que nos desagrada.

 5) Para construir nuestra singularidad. Además de tener que ver con nuestra herencia genéticay nuestra educación temprana, la forma en que nos vinculamos con lo que nos interesa, lo que valoramos y lo que nos apetece, construye la forma peculiar y distintiva de cada uno de nosotros.

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