Razones lastimosas e injustas para resentirse

Tiene diversos orígenes, en este artículo te explico, ¿Por qué nos resentimos?.

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 5 minutos

El resentimiento puede ser efecto de una diversidad de situaciones injustas y lastimosas. Entre muchas podríamos mencionar:

  • Recibir pasivamente humillaciones y vejaciones, en público o en privado, que incluyen un trato negativo como agresiones o calumnias que implican menosprecio, desprecio y rechazo, sin la posibilidad de expresar abiertamente el malestar.  
  • Discriminación regular mediante conductas de “cosificación”, exclusión, violencia, persecución o bien explotación. 
  • Ser objeto de prejuicios o envidias que impliquen la difamación personal o el descrédito profesional. 
  • Hacer algo por otros bajo la sensación de chantaje, manipulación y falso reconocimiento quedando con la sensación de haber sido utilizado por ellos. 
  • Falta de reconocimiento ante conquistas y logros eficazmente realizados mientras se piensa que a otros se les premia sin haber dado resultados óptimos.  
  • Vivir en una relaciones “pseudo amorosa” donde la dependencia, la manipulación y el control son la constante.  
  • Reconocer que somos los únicos que nos esforzamos por tener la iniciativa y sacar adelante una relación o un trabajo, y ver que la otra parte o no se implica con el mismo interés que nosotros, o abruptamente rompe el compromiso. 
  • Omisiones como dejar de recibir alguna invitación esperada o  invisibilidad ante una ayuda prestada. 
  • Impedimento del propio éxito y crecimiento a pesar de las buenas acciones y esfuerzos sostenidos. 
  • Ausencia de reciprocidad con personas  o  grupos  por  quienes se han realizado renuncias y esfuerzos importantes. 
  • Falta de demostraciones de afecto de personas consideradas importantes, incluso el verse humillado o avergonzado por ellas. Ser rechazado por alguien a quien se le considera significativo. 
  • Ser ignorados en nuestras opiniones o que una vez dichas se nieguen o ridiculicen. 
  • Esperar sin ningún resultado la reparación o reivindicación por algún daño o injusticia sufrida. 
  • No poder detener el maltrato o conductas injustas hacia alguien a quién apreciamos a pesar de nuestras peticiones por hacerlo. 

            El resentimiento se consuma ante la incapacidad de visibilizar, nombrar, denunciar y de algún modo recibir reparación del agravio vivido; en ocasiones, la persona víctima de la injusticia ni si quiera llega a percibir el alcance de lo que ocurrió y por tanto no puede ni distinguir el malestar tardío que está experimentando.

Dichas vivencias dejan huellas más o menos traumáticas, que arrastradas sin procesarlas a lo largo del tiempo, dan origen a un resentimiento sostenido.  

            No hay duda que hay agresiones, omisiones e injusticias profundamente lastimosas,  o incluso vejaciones que implican francos abusos que ponen en riesgo la integridad física y emocional de quien los recibe: maltrato físico, bullying, violaciones, despojos, experiencias de guerra, entre otras. Aún así, el efecto de las mismas varían dependiendo de la cualidad de la acción, la duración sostenida de la misma, el apoyo del contexto, y la personalidad de quien la recibe.  

Vivir con la memoria ahogada… ¿Guardas resentimiento?

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