Autoridad v.s. autoritarismo: La diferencia de una crianza exitosa

Hablemos de la Autoridad v.s. autoritarismo en la crianza de los hijos

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 3 minutos.

Habiendo superado siglos de una educación infantil, donde la imposición incuestionable de los padres con el correspondiente sometimiento de los hijos, era la norma, no es difícil, que ante el temor de lastimar y traumar a nuestros hijos, nos vayamos al extremo de  creer que el amor y el respeto son suficientes para que ellos crezcan libres y desarrollen su potencial.

Si bien el castigo latimoso y el control extremo no tienen buenos resultados, la idea de que el amor dado en abundancia torna innecesaria la disciplina, ha originado niños ingobernables e insatisfechos. La ausencia de autoridad materno-paterna, resultado de la falta de fronteras o límites para el niño, tiene consecuencias que se reflejan en irrespetuosidad infantil, lucha de poder con los padres y deterioro del vínculo padres – hijo. Sobra decir, entonces, que ambos extremos son dañinos:

Esta controversia ha influido en la elección de métodos más adecuados en la educación de nuestros hijos. 

A pesar de los cambios operados en nuestra sociedad, la naturaleza humana sigue siendo la misma y esto nos permite afirmar que los niños no tiene la capacidad de auto disciplinarse sin la ayuda del adulto, ya que en él operan muchos impulsos contradictorios y anárquicos. El niño necesita de un adulto capaz que encauce su desarrollo en base a ciertos lineamientos que le faciliten la transición de la disciplina externa a la autodisciplina. 

No es educativo para un niño hacer todo lo que quiere, cuando quiere y como quiere; el niño no tiene la capacidad de auto disciplinarse, busca impulsivamente satisfacer de inmediato y de manera placentera y cómoda sus necesidades o caprichos, lo cual lo inhabilita para postergar satisfacciones de mayor valor y tolerar la frustración. 

Sutil pero importante distinción 

El autoritarismo consiste en la imposición de reglas arbitrarias para privilegio de unos cuantos. Es un abuso y se basa en el egoísmo y no en el amor y el razonamiento. La autoridad, por su parte, se gana, no se impone, y se gana con el esfuerzo y la preparación, se basa en la razón y el amor y su función es ponerse al servicio de los demás. 

Por esto, los límites que pongamos a nuestros hijos, no deben surgir de una decisión arbitraria de nosotros como padres sino de una auténtica reflexión que nos permita decidir qué reglas se requieren con ese niño particular, en esa etapa evolutiva en que se encuentra, con las condiciones y características particulares de la familia y de nosotros como padres.  También hemos de tener claro hacia donde nos queremos dirigir para poder elegir los mejores medios para lograrlo.

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