LA PROFESIÓN MÁS CANSADA DEL MUNDO:  ¡SER MAMÁ!

Hay de oficios, ocupaciones, pero la profesión más cansada del mundo es: ¡Ser Mamá!

Escrito por: Tere Díaz

Tiempo de lectura: 8 minutos

“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.

Howard G. Hendricks.

De una viñeta a la vida real. Aude Picault, nos cuenta a través de una historieta la vida de Amalia, una mujer eficaz y sensible, asfixiada por una gran presión. Amalia es una guerrera que está a punto de desmoronarse, es madre de familia. ¿La conoces?

Amalia es una mujer dulce pero se siente inundada por emociones intensas: culpa, cansancio, ambivalencia, necesidad de control y autoexigencia de hacerlo todo muy bien. La maternidad en nuestros días tiene el rostro de Amalia.

Lo que rodea a Amalia, como el trabajo, el cuidado de los hijos e hijas, el impulso por hacerlo todo bien,  una gran sensación de culpa y ambivalencia, y unas ojeras que arrastra al desplazarse de un lugar a otro… para que al final, sienta que no logra mucho.

Y es que cuando la maternidad te supera tiene un rostro sombrío, es una bola de nieve que crece y crece arrasando con todo a su paso. Es normal que muchas madres se desesperen al sentir impotencia de no poder criar desde la empatía, la calma y la serenidad.

Necesitamos validar que la maternidad es una vocación que cansa y desespera. Criar es una hazaña que nos reta a mostrar nuestra mejor versión, al tiempo que necesitamos aislarnos en el baño para llorar en silencio, y comernos entre sollozos una barra de chocolate.

Y sí, es normal que la maternidad desespere, agote y nos lleve a vivir la vida con un humor decaído; este pesar nos hace a veces a gritar, amenazar, reprochar, azotar puertas, incluso a contestar de mala manera. Conductas que sin duda perjudican la autoestima de los hijos.

La maternidad implica una dificultad para conciliar tareas personales, familiares, y laborales, tareas que complican el acompañar, cuidar y educar a los hijos desde la tranquilidad y la reflexión. Este malabar de madre, amiga, trabajadora, y pareja se estrella con la realidad y  contradice  la maternidad romantizada que nos han querido vender.

Las demandas del siglo XXI orillan a las mujeres madres a educar con impaciencia, buscando soluciones rápidas, no siempre acordes a nuestros deseos y valores, y a las necesidades de nuestros hijos.

La tarea se torna más complicada cuando los hijos se desbordan y llegan a hacer berrinches. En esos casos somos aún más señaladas y enjuiciadas, sin considerar que en cada momento hacemos lo mejor que podemos.

Ser mamá hoy resulta complicado, por eso surge la necesidad de vivir una maternidad con un prisma de posibilidades, que si bien te rete y te invite a salir de tu zona de confort, también te permita habilitar competencias y recursos personales con los cuales se te facilite la tarea de acompañar a tus hijos, escucharlos y educarlos en amor y disciplina. 

Si bien no hay madre perfecta y tampoco debes serlo tú, puedes ser una madre suficientemente buena observando estos consejos básicos.

1. La profesión de ser madres tiene muchas aristas y maneras de vivirse, tiene una gran diversidad de fórmulas y es necesario que identifiques cuál es la tuya, con cuál te sientes más identificada, qué fórmula te asegura respetar y brindar afecto.

2. Educar no es un hechizo breve y preciso que resuelva la maternidad, por el contrario requiere de objetivos a largo plazo, y actitudes en el día a día como ser pacientes, confiar en tu capacidad de aprender de los errores y transformarlos en experiencias valiosas.

3. Sirve trabajar en tu congruencia y en cuidar que las normas en tu casa sean las mismas. Practica la coherencia entre tus palabras y tus acciones, independientemente de tu estado de ánimo.

4. Encuentra apoyo en las personas con quien puedas desahogarte y compartir tus dudas y preocupaciones, sabiendo que nos serás juzgada.

5. Celebra también tus logros y disfruta de tus espacios íntimos.

Si lo piensas bien, nuestros hijos e hijas no necesitan tener madres perfectas, sino madres que los miren con cariño, que se preocupen por ellos, que se conecten con sus necesidades, que les acompañen con empatía y escuches sus inquietudes. Además, una buena madre es aquella que no solo resuelve los problemas de sus hijos, sino que les ayuda a dar respuesta a sus necesidades y dilemas.

Ofrecerles tu escucha, tu mirada, tu tiempo y un apego seguro. Esto les permitirá sentirse amados y darse la oportunidad de equivocarse sin temor, sabiendo que estarás ahí para acompañarlos a aprender de sus errores.

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