Escrito por: Tere Díaz

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Si bien sabemos que hoy existen otros modelos de pareja que permiten cultivar el amor de manera comprometida, pareciera que no pocas personas asocian matrimonio con el “espacio privilegiado de las relaciones comprometidas”. Y es cada vez más común que hay quien piensa “no quiero casarme”.

Entonces, ¿qué pasa si quiero una vida de compromiso pero no de matrimonio?

A continuación te doy unos consejos de prevención para no tener que dar el no:

1. Ten lo más claro posible tus prejuicios, tus necesidades y tus valores en cuanto a la vida de pareja, el compromiso y el amor.  Ya sea que tus padres se hayan llevado muy mal (o muy bien), que tuviste un matrimonio previo que no funcionó, lo que ves a tu alrededor entre casados y solteros o  cómo la vida y tus prioridades han cambiado.

2. Distingue si no sientes listo para dar ese paso (motivos económicos, compromisos profesionales, duelos inconclusos) o si no ves que tu vida amorosa transcurra dentro del matrimonio. 

3. Evita decir que te quieres casar al iniciar una relación si no estás seguro y no tienes la vocación al matrimonio. No engañes o manipules a alguien con esa posibilidad para lograr construir algún tipo de vínculo si tienes claro que casarte está en el último lugar de tus prioridades, o si simplemente no lo está. Comienza con el pie derecho siendo honesto sobre si de matrimonio es opción.

4. Si sí te quieres casar, ten claro para ti -y después ponlo sobre la mesa con tu pareja– cuándo y qué es lo que necesitarías para dar ese paso. Valora si el matrimonio será una posibilidad de crecimiento y expansión y no una limitante para tu bienestar y realización.

Decir lo que piensas de manera amorosa y asertiva, no es egoísmo. Puede ser que tu decisión le duela a tu pareja, pero no dejes que eso sea determinante para tomarla o no.

Para adentrarte más en el tema, te invito a que le eches un ojo a mi conferencia Yo soy mi proyecto de vida